©Natalia Morgado Tapia |
Al precepto de amar a Dios va unido el segundo de amar al prójimo en proporción en que se ama a Dios. San Juan Evangelista nos enseña: si alguno dice: yo amo a Dios, y mientras tanto aborrece a su hermano, es un mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ve, a Dios, a quien no ve, ¿Cómo podrá amarlo?"
Madre Bernarda Morin* Cartas Capitulares. Pág. 89